La libertad se ha venido
entendiendo en dos sentidos: 1) como libertad cotidiana;
y 2) como revocación de toda forma de dominación.
La libertad, concebida en el primer sentido está
fundada en la experiencia cotidiana de poder decidir
entre hacer algo o dejar de hacerlo; por ejemplo, cuando
digo “yo hago lo que quiero”, “yo quiero hacer tal
cosa”, “yo puedo seguir leyendo o dormir”, “yo puedo
levantar los brazos o tenerlos cruzados”, etc. Se trata de
una libertad entendida como: “el ser humano es libre
de hacer lo que le plazca”.
En el segundo sentido, la libertad concebida como
revocación de toda forma de dominación, significa que
se es libre cuando no se tiene encima de sí alguien que le
oprima, le explote, le domine de alguna manera. Como
ejemplo de este tipo de libertad tenemos las siguientes
expresiones: “Soy libre para tomar mis propias decisiones
con un sentido de responsabilidad”, “soy libre
para determinar mi propio proyecto de vida”, “soy,
finalmente yo mismo, la fuente de mis propias decisiones”, etc.
Estamos hablando de dos sentidos generales que toma el concepto
de libertad: libertad en sentido positivo; libertad de hacer lo que se quiere,
lo que se desea, aquello de lo que se tiene voluntad, o hacer también lo
necesario para revocar cualquier forma de dominación que nos impida
actuar libremente. En primer lugar, la libertad entendida como libertad cotidiana,
La libertad es un rasgo inalienable
en el hombre y en la mujer
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sustentada en la frase “el ser humano es libre de hacer lo que le plazca”
ofrece algunas dificultades. En realidad, la experiencia nos dice que en
muchas ocasiones no podemos ser libres de hacer lo que nosotros queramos.
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