A lo largo del tiempo
han surgido tres posiciones filosóficas que tratan de dar respuesta
al problema de la libertad: autodeterminismo, deterninismo e indeterminismo.
En los casos del determinismo e indeterminismo, la libertad absoluta
se vuelve algo imposible. Para el determinismo, la libertad resulta algo
sumamente difícil, pues, cualquier decisión que el hombre tome estará
determinada por algo externo, y no dependerá del mismo. Por su parte,
para el indeterminismo, en tanto todas las cosas ocurren por azar, no
queda espacio para la libertad, ya que una condición necesaria para que
ésta se dé, es que haya algo que cause las decisiones, a saber, la voluntad
del hombre mismo.
Finalmente, el autodeterminismo se presenta como una de las posturas
más sugerentes y consistentes en torno al problema de la libertad.
Desde esta perspectiva no se niega ni el determinismo ni el indeterminismo.
La acción del hombre se encuentra de alguna forma determinada
por causas externas a la voluntad humana; se reconoce la presencia del
azar formando parte de las acciones humanas, sin embargo, el autodeterminismo
considera que, a pesar de ello, en el hombre siempre hay
un margen para la decisión, en una palabra, que podemos ser libres en
situaciones específicas. Bajo esta concepción ética, “el hombre es origen
de sus decisiones”.
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